Día Nacional de la Ingeniería: Hacia un desarrollo más transversal, colaborativo y tecnológico

Detrás del trabajo diario de los ingenieros estructurales, hay dedicación de tiempo, esfuerzo y compromiso que convierten números y modelos en algo concreto y real. En el Día Nacional de la Ingeniería, cinco especialistas estructurales comparten su visión del presente y el futuro de la profesión. Uno de ellos fue nuestro jefe de Ingeniería, Carlos Arce.

Un terremoto ocurrido el 13 de mayo de 1647 y un gran operativo para remover los escombros y reconstruir el país, marcaron el origen de la celebración del Día Nacional de la Ingeniería cada 14 de mayo. En esa fecha, los profesionales de la ingeniería demostraron al país que con colaboración, trabajo en equipo y mucho ingenio, todo se puede superar.

Para conmemorar el hito, en este escenario de pandemia, reunimos las percepciones de cuatro ingenieros civiles estructurales, socios de AICE: Carlos Arce, Ángela Bahamondes, Max Caprile, Simón Sanhueza y José Luis Seguel, quienes nos comentaron qué significa la disciplina para el país.

Hoy, 373 años después de aquel operativo, los ingenieros estructurales siguen evidenciando que la profesión es un aporte al país y, particularmente, la ingeniería estructural, sobre todo “en algo que ya se da por sentado y que, por lo mismo, pasa casi desapercibido, como es la seguridad de las personas”, plantea Carlos Arce, jefe de Ingeniería de Delporte Ingenieros. “Estando en uno de los países más sísmicos del planeta, la respuesta de nuestras edificaciones, de manera consistente, ha sido más que satisfactoria. Y creo que es algo que debemos recordárnoslo a nosotros mismos para que esto se siga manteniendo”, añade Arce.

“Chile en un país altamente sísmico, y en ese contexto nuestra profesión claramente es un gran aporte a la sociedad y al país, tanto desde el punto de vista de protección a la vida de las personas como de la actividad productiva. Además, la calidad de la ingeniería que realizamos en el país es reconocida internacionalmente y eso es un gran orgullo”, considera Ángela Bahamondes, directora de Proyectos de Sirve S.A.

Para José Luis Seguel, gerente general de JLS Ingeniería Ltda., es posible ver día a día cómo los números y modelos se convierten en algo concreto y real, como un puente carretero, que facilita la vida una comunidad permitiendo salvar una discontinuidad y mejorar, de esa manera, su calidad de vida. “Son cosas como éstas las que nos llenan de orgullo y que puedes realizarlas siendo ingeniero”, relata.

Y es que si bien trabajan diariamente en torno a normas y códigos de diseño, “siempre surgen problemas en los que hay que mirar más allá y buscar soluciones particulares, lo que hace que sea una profesión dinámica y desafiante”, afirma Bahamondes.

En ese sentido, “la profesión que elegimos nos ubica dentro de la sociedad como actores relevantes para el desarrollo”, dice Simón Sanhueza, socio y director de Proyectos de René Lagos Engineers. Sí, porque la ingeniería civil les ofrece la oportunidad de materializar soluciones a necesidades sociales, particulares o sencillamente hacer realidad sueños personales. De esta forma, para Sanhueza, “el crecimiento sustentable de nuestro país, está íntimamente ligado a lo que sus ingenieros seamos capaces de entregar, de manera creativa y eficiente”.

Pero no todo es sismo, cree Max Caprile, gerente técnico de TNA Engineering. Y, precisamente, ese es un estigma que se debe cambiar: “¡Los estructurales no solo nos preocupamos de los terremotos! Tenemos la oportunidad de aportar en virtualmente todas las áreas de desarrollo, con diseños seguros y económicamente viables”. Por ello, si bien un día algunos pueden realizar análisis dinámicos complejos para turbinas de viento, al siguiente pueden ver cómo pican rocas en una mina.

Y es que el desarrollo de un país, se basa en gran parte en su infraestructura: desde simples caminos hasta industrias complejas y todo tipo de viviendas. Por ello, los estructurales aportan todas las áreas de desarrollo, “con diseños seguros y económicamente viables”, precisa Caprile.

Cómo se ve el futuro

Con la llegada de nuevas tecnologías y metodologías, sobre todo, con la llegada de BIM, los ingenieros han debido ampliar sus conocimientos sobre el resto de las especialidades involucradas en el desarrollo de los proyectos. En ese sentido, “me parece que el futuro de nuestra profesión apunta a un desarrollo más transversal y colaborativo, donde todos los especialistas deberemos trabajar más comunicados, entendiendo el trabajo del otro, y no encontrarnos solamente en dos o tres reuniones para modificar o corregir todo”, considera Carlos Arce.

Por ello, es necesario, “dejar nuestra zona de confort y arriesgarse a nuevas metodologías de trabajo, y aprovechar todas las herramientas disponibles, o crearlas nosotros mismos”, cree el jefe de Ingeniería de Delporte Ingenieros.

Una opinión similar tiene Seguel, para quien en un corto plazo, los proyectos deberán considerar una visión multidisciplinaria, implicando la interrelación directa entre los distintos especialistas, a través de varias plataformas, ya sea presenciales, computacionales, grupales y, sobre todo, ahora desde el teletrabajo. Con ello, “se generará un producto más integral, que tome en consideración todos los aspectos relevantes que aportan todas las disciplinas a dicho proyecto”, afirma.

Otro aspecto a considerar es la prefabricación que está tomando fuerza como alternativa de ejecución de los proyectos, la que “tiene un gran potencial que debemos explorar”, sostiene Bahamondes. Además de la ventaja intrínseca por la automatización de la construcción, a la directora de Proyectos de Sirve le atrae la posibilidad de integración de distintos tipos de materiales y “eso puede llevar a un resultado atractivo desde el punto de vista de la ingeniería estructural y también arquitectónicamente”.

Junto con lo anterior, “es necesario considerar que en estos momentos, la ingeniería nacional está compitiendo con la extranjera por el desarrollo de los proyectos estructurales en todas las áreas, y por lo tanto, tenemos que hacer que nuestros proyectos futuros sean más eficientes, más productivos, incorporar tecnología nueva, y responder de la mejor manera a nuestros clientes con el fin de desarrollar proyectos económicos, durables y seguros”, complementa José Luis Seguel.

Si bien a juicio de Simón Sanhueza, la ingeniería chilena es positivamente reconocida en el extranjero, gracias al buen desempeño de nuestras estructuras ante los sismos severos que azotan el territorio periódicamente, es imprescindible ponerse al nivel tecnológico que exige la inmejorable posición chilena para internacionalizar la profesión, sacando provecho de la experiencia local. “Eso significa estar en primera línea, respecto del desarrollo de herramientas para producir estructuras funcionales y económicas, lograr análisis no-lineales productivos y ofrecer servicios no convencionales ligados a las nuevas tecnologías. Lo anterior requerirá de una real cooperación entre el mundo académico y el mundo de la práctica, además de un compromiso a nivel político, que permita promover dichos desarrollos”, opina el socio de RLE.

Y, en este escenario, el mayor desafío está en la adaptación a la tecnología. “Muy pronto tendremos inteligencia artificial que calculará por sí sola, por lo que la figura del ingeniero ingresando datos a un programa de análisis quedará completamente obsoleta”, plantea Caprile. Y si bien, a su juicio, esos son cambios mayores, lo básico continúa: “el ingeniero debe entender el proyecto y aportar soluciones seguras, económicas y dentro de un plazo, aunque cambie totalmente el método para hacerlo”, señala.

Asimismo, Ángela Bahamondes plantea como relevante velar entre todos por seguir manteniendo la calidad de la ingeniería estructural que se desarrolla en Chile. “La enseñanza se ha ido diversificando en distintas universidades y la especialización está tendiendo a desaparecer. Creo que es importante que esto se vaya compensando con una educación continua de los profesionales en ejercicio, y actualmente hay varias opciones como los programas de magíster profesional, diplomados en materias específicas o los mismos cursos que ha impartido la AICE, destacando entre ellos el curso de Diseño de Edificios con Aisladores Elastoméricos, los que se presentan como una alternativa más accesible a los profesionales y permiten el traspaso de conocimientos desde la práctica profesional”, concluye.